Acaba de terminar la segunda temporada de The Last of Us, y lo hace con una factura técnica impecable, una ambientación magistral y actuaciones memorables. Una producción que en cualquier otro contexto estaríamos alabando como una de las grandes series del año. Ahora viene el "pero": sin embargo, no se puede negar que el eco social que tuvo la primera temporada no se ha repetido. Los nuevos episodios no han conseguido el mismo impacto, ni en medios, ni en redes, ni en conversaciones de bar o junto a la fotocopiadora en la oficina. Y no es porque la serie haya empeorado, de hecho, en muchos aspectos ha mejorado, sino porque nosotros, como espectadores, hemos llegado a este punto agotados. Saturados.
Aviso de spoilers: a partir de aquí el texto contiene detalles de la segunda temporada y descripciones del final de temporada y de su último capítulo.
El giro que plantea el segundo episodio, con la traumática salida de escena de Joel, marca un antes y un después. claro, es que Pedro Pascal es mucho Pedro Pascal. Pero no es solo eso. Hay algo más profundo. Algo que tiene que ver con cómo consumimos historias hoy en día, con cómo la cultura del spoiler, los visionados compulsivos y la crítica inmediata, condiciona nuestra relación con las ficciones que seguimos. Pero en este caso creo qu ela culpa no es solo nuestra: la serie ha fallado a la hora de mantenernos interesados.
La serie ha fallado a la hora de mantenernos interesados
Creo que el mejor ejemplo de todo esto es el mismo final de este último episodio de la temporada 2 de The Last of Us. La serie termina con un cliffhanger: Ellie y Abby se enfrentan, Abby dispara, el episodio concluye justo en ese momento. Ni siquiera se nos da una resolución, ni a nivel emocional ni narrativo. El cierre se ciñe extraordinariamente a lo que sabíamos del juego, interrumpe el clímax tradicional y lanza la promesa de una tercera temporada que contará la historia desde el otro lado. Es una apuesta fuerte, porque normalmente no solemos tener que esperar tanto tiempo para tener una visión completa de las tramas que seguimos.

La pérdida de Joel y el impacto en la audiencia
El muerte del personaje de Joel (Pedro Pascal), tan querido y magnético, es un factor fundamental en la caída de la audiencia de cara a un público que mayoritariamente está más interesado en el actor protagonista que en la trama post apocalíptica de la serie. Pascal no solo era el rostro principal de la serie, también su corazón emocional. Su muerte tan temprana no solo sorprendió a los espectadores que viven ajenos a la existencia de los juegos de Naughty Dog, sino que provocó una desconexión emocional difícil de salvar para parte de este público generalista.
Según cifras compartidas por HBO y analistas de audiencia como Nielsen, la segunda temporada de la serie arrancó fuerte, con más de cinco millones de espectadores en su estreno. Pero tras el segundo episodio registró una caída de más del 30% en visionados, dejando claro que la serie estaba perdiendo tracción. Y es que aunque sabíamos que la historia giraba en torno a Ellie, perder a Joel tan pronto fue un golpe emocional que no todos estaban dispuestos a aceptar.

Más allá del review bombing: el agotamiento del relato
Las valoraciones de la temporada en sitios como Metacritic o Rotten Tomatoes han estado marcadas por puntuaciones polarizadas. No se trata solo de review bombing, aunque lo hay, como ocurre con todo producto que se salga de lo normativo, sino de un tipo de cansancio emocional. Mi compañero Rubén Márquez lo explicaba muy bien: para quienes ya jugaron la historia, ver esta temporada es como ver El sexto sentido por segunda vez. Puedes disfrutar los detalles, anticipar los giros, observar cómo lo vive otra persona. Pero ya no está la sorpresa. Ya no hay descubrimiento. Mi mujer, por ejemplo, se saltó toda la parte de Abby y el niño en el juego. Verla ahora no le ha despertado nada nuevo.
Otro de los mayores reproches hacia esta temporada ha sido su ritmo. La historia de Ellie, obsesionada con la venganza, se desarrolla de manera mucho más lineal que la odisea variopinta de la primera temporada. En lugar de descubrir pequeños microrelatos en cada parada del camino, como hacían Joel y Ellie en su viaje, ahora estamos encerrados en una espiral emocional más cerrada.

Mis compañeras de Sensacine, Andrea Zamora y Sara Heredia, apuntaban que la serie ha perdido parte de su interés al centrarse casi exclusivamente en la violencia y el trauma. La exploración de su escenario postapocalíptico, los retratos de los supervivientes, la diversidad de tonos… todo eso ha quedado en segundo plano. Y es verdad: el foco está ahora sobre Ellie, su dolor, su culpa, su rabia. Y eso, aunque potente, termina siendo agotador, cuando no simplemente aburrido para quien buscaba un aproximación dramática menos monotemática, como hizo la temporada 1.
La venganza de Ellie, aunque potente, termina siendo agotadora, cuando no simplemente aburrido para quien buscaba un aproximación dramática menos monotemática
A nivel personal, si hay algo que me ha costado en esta temporada ha sido Dina. En el juego, es un personaje que me encanta, carismático, capaz de equilibrar el lado oscuro del viaje de Ellie. Pero en la serie, interpretada por Isabela Merced, se vuelve un personaje plano, difícil de empatizar, incluso irritante. ¡No se puede ir tan pichi por un mundo en el que todo quiere matarte! Y eso pesa, porque la mayor parte de la temporada la pasamos acompañando solo a Ellie, una sensacional Bella Ramsey, y a Dina, a la que gustosamente podría sacrificar a una primitiva deidad fúngica y cuya presencia me ha resultado incluso contraproducente para equilibrar a un personaje tan complejo como el de Ellie, que, por otra parte, ha visto muy mermada su evolución emocional en comparación con el juego.

Brillos puntuales en una temporada poco emocionante
Esto no significa que la temporada no tenga momentos sobresalientes,es evidente que hay dinero y talento: La fotografía, la música, la dirección de arte, los efectos especiales… todo sigue a un nivel altísimo. El problema es que estos momentos brillan aislados en un mar de sopor casi constante.
Porque al final buena parte de la serie son Ellie y Dina viajando y estableciendo las bases de su relación, abandonando prácticamente otros temas como las consecuencias emocionales de la muerte de Joel y cómo la venganza va consumiendola. Porque el espectador necesita un arco, no una simple traslación, un cambio de escenario, y la exploración de los personajes se realiza a trompicones, de momento estelar en momento estelar. Claro, el formato es diferente, en el juego se mantenía el ritmo con secciones jugables de exploración momentos puntuales de acción y cinemáticas, mientras aquí se sustituye por diálogos algo redundantes. Y sí, la serie es fiel al juego. Pero eso no siempre significa que funcione igual de bien en otro medio. De ahí que la primera temporada resultara más interesante, globalmente, precisamente por el contexto que añadía al juego.
The Last of Us no es una historia cualquiera. No se trata solo de infectados, de supervivencia, de acción postapocalíptica. Es una historia sobre trauma, sobre pérdida, sobre las decisiones que nos rompen por dentro. Y eso, trasladado a un formato serializado, implica aceptar que habrá tramos duros. Muy duros. Y mientras la segunda temporada me parece que se ha quedado varada entre esas dos aguas, la tercera temporada tendrá que lidiar con este mismo reto de mantener la fidelidad al juego sin perder al espectador que queden interesados en la historia por el camino.

Con todo, los episodios de este año de The Last of Us no son malos en absoluto. La serie sigue siendo intensa, compleja, ambiciosa. Pero redundante, y convencional. No ha sabido aprovechar lo que hizo bien el juego en su momento ni ha logrado aportar nada que realmente suponga una mejora. También hay que considerar que quizá ha llegado en un momento en el que estamos todos demasiado saturados. Culturalmente saturados. Emocionalmente desgastados. Narrativamente cansados.Y sin Pedro Pascar, parece que mucho menos interesados en la serie.
Aun así, sigue siendo una de las mejores series de la actualidad, con momentos de televisión verdaderamente sobresalientes. Lo que nos queda ahora es dejarla reposar. Aunque tengo serias dudas de que me anime hacer un revisionado de cara al estreno de la temporada 3 cuando llegue el momento, como sí hice con la primera hace unas semanas. Las dos temporadas de The Last of Us están disponibles en HBO Max.
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