Mirad que hay juegos de Resident Evil y, como persona que puede presumir de haber jugado todos -o casi casi casi todos- ellos, os diré que pocas localizaciones han sido tan icónicas y recurrentes como los laboratorios. Desde los subterráneos de la mansión Spencer hasta las instalaciones futuristas de Umbrella, estos espacios representan mucho más que simples escenarios: son el corazón del horror en la saga, donde la ciencia deja de ser salvación para convertirse en condena. En ellos nacen los virus, las criaturas mutantes y los experimentos fallidos que desatan el caos... y nos han regalado algunos de los mejores momentos de la saga.
A lo largo de casi tres décadas de historia, Resident Evil ha mantenido una narrativa en la que la ciencia, practicada sin ética ninguna, se convierte en una fuerza destructiva. Vamos a analizar, por tanto, cómo los laboratorios han evolucionado con cada entrega, qué simbolizan y cómo han contribuido a consolidar la identidad de uno de los survival horror más famosos de la historia de los videojuegos.
Umbrella Corporation: ciencia al servicio del poder
Obivamente, no podemos hablar de laboratorios en Resident Evil sin mencionar a Umbrella. Esta megacorporación farmacéutica es, desde el primer juego, la responsable directa de todas las catástrofes biológicas. Sus laboratorios secretos, esparcidos por todo el planeta, son espacios de investigación dedicados al desarrollo de armas biológicas como el Virus-T, el Virus-G y posteriores mutaciones —o sea, que ellos crearon a Némesis, uno de los villanos más geniales de la historia, así que casi tendríamos que darles las gracias.

El primer o que tenemos los jugadores con uno de estos laboratorios es en Resident Evil. Oculto bajo la mansión Spencer, se nos presenta como un lugar frío, tecnológico y repleto de secretos. Su diseño es bastante claustrofóbico —levantad la mano conmigo quienes hayan dado vueltas y vueltas en él sin tener muy claro por dónde salir— y su estética metálica contrasta con la opulencia de la mansión, lo que de alguna forma cambia el tono potenciando la tensión narrativa.
Resident Evil 2 y NEST: la evolución de los laboratorios
Uno de los laboratorios de los que más me acuerdo siempre —y que más recuerdan los fans en general— es NEST, la instalación subterránea de Umbrella en Raccoon City que aparece en remake. En 2019, Capcom rediseñó este espacio para el remake, y sinceramente lo convirtió en una joya de la arquitectura distópica: pasillos pulidos y brillantes, iluminación blanca totalmente de hospital y sistemas automatizados que le dan todavía más frialdad al lugar.

Este laboratorio, al igual que el de la mansión original, funciona como clímax narrativo. Después de horas explorando la ciudad infestada, el jugador baja gasta el origen de todo. Allí nos enfrentaremos a jefazos finales como Tyrant, el malo más pesado de todos los tiempos, siempre apareciendo cuando menos te lo esperas con esa música característica y vestido con esa gabardina larga y esa cara que parecía de metal. También tenemos que enfrentarnos a Birkin, mutado por su propio virus y un auténtico quebradero de cabeza para los jugadores no tan habilidosos, como yo.
La pelea con Birkin pone en evidencia de alguna manera cómo el afán de poder y descubrimiento puede volverse en contra del propio creador. En este laboratorio también tuve que enfrentarme a algunos de los puzzles que más me costaron de todo el juego, como el de los tubos de ensayo con el herbicida... lo que tiene ser un poco disléxica.
Resident Evil 5 y el giro global
Con la quinta entrega —mi menos favorita de todas, he de reconocer—, la saga dio un salto hacia África y mostró unos laboratorios todavía más avanzados, como el complejo de Tricel. Esta evolución viene a reflejar un cambio en la escala del conflicto: ya no es solo una ciudad o una mansión, sino el mundo entero el que está en juego... y Chris y Sheva, los pobres, intentando solucionar tremendo problema.
En estos laboratorios se desarrolla el virus Uroboros, el jefazo final, y la narrativa comienza a explorar también la manipulación genética, el control de la población y el bioterrorismo como arma geopolítica. Aunque no todo el mundo tuvo una opinión unánime sobre este juego, y muchos comparten conmigo el que no les termina de convencer, donde sí hubo consenso fue en que la saga mantuvo su crítica hacia la ciencia deshumanizada con un enfoque global todavía más agresivo.

Laboratorios como mecánicas de gameplay
Más allá de lo narrativo, está claro que los laboratorios cumplen también una función clave en la jugabilidad. Son espacios cerrados, súper laberínticos, nos obligan como jugadores a gestionar los recursos, resolver puzzles y enfrentarnos a enemigos especialmente complicados. Están diseñados para desafiar tanto nuestra lógica como nuestros reflejos.
En Resident Evil 7, por ejemplo, el laboratorio tiene un nuevo enfoque mezclando la investigación científica con el terror psicológico. Aquí, no solo vamos a enfrentarnos a mutaciones que quieren acabar con nosotros a toda costa, sino también a la paranoia, la claustrofobia y el aislamiento. Capcom recupera esa esencia del survival horror y la combina con una estética industrial ultra decadente que potencia la tensión y hace que estemos todo el juego bien apretados a la silla.
El regreso a los laboratorios en Resident Evil Village
Aunque Resident Evil Village se desarrolla en un entorno más rural y gótico, por supuesto que los laboratorios hacen acto de presencia en su recta final. El laboratorio de Miranda revela el origen biotecnológico de los horrores del juego, conectando la ciencia con lo paranormal y creando una especie de puente entre lo místico y lo biológico.
Esta mezcla de géneros demuestra que Capcom sigue apostando por los laboratorios como puntos clave del lore del juego, incluso en entregas que, a primera vista, parecen alejarse del tono científico que caracteriza a las primeras entregas. De nuevo, la idea de que el horror nace en un entorno de batas blancas y microscopios se mantiene, y el pobre Chris no se libra de tener que entrar, otra vez, a jugársela en un laboratorio.
Impacto en la cultura popular
El uso de laboratorios como origen del apocalipsis ha ido más allá de Resident Evil y se ha convertido en un tema común en el cine, los videojuegos y la literatura. Películas como "28 Días Después", libros como "La Chica con todos los dones" o incluso juegos como "The Last of Us" heredan sin duda elementos visuales y conceptuales de los laboratorios de Umbrella.
Además, Resident Evil ha influído mucho en cómo la cultura pop percibe la ciencia: como una espada de doble filo, capaz de curar pero también de destruir. La figura del científico loco, del investigador ambicioso, ha sido reinterpretada una y otra vez.
Una crítica al progreso sin ética
En el fondo, Resident Evil lanza una advertencia constante: el conocimiento sin responsabilidad puede ser letal. Cada laboratorio derruido, cada científico mutado en su propia creación, cada ciudad arrasada por un virus, son parte de un mensaje que la saga ha mantenido desde 1996 hasta 2025.
Los laboratorios de Resident Evil no son lugares de esperanza, sino monumentos al fracaso humano, a la ambición desmedida y al desprecio por la vida. En ellos, la ciencia ha perdido el rumbo, y el jugador debe enfrentarse no solo a monstruos, sino a las consecuencias de ese progreso fuera de control. Si me preguntáis mi opinión al respecto, creo que el tema de la bioética es extremadamente importante hoy en día, donde los avances científicos son cada vez más rápidos y la línea entre lo que está bien y lo que está mal no acaba de dibujarse —véase la clonación de animales o la recuperación de especies en peligro de extinción.
Un pilar narrativo
Los laboratorios en Resident Evil no son, para nada, meros decorados, sino pilares fundamentales de su identidad narrativa y jugable. Representan el punto de origen del mal, la cuna del desastre, pero también el espejo de una sociedad que muchas veces confía ciegamente en el poder de la ciencia sin considerar sus implicaciones éticas —ejem, ejem.
A lo largo de la saga, estas instalaciones han evolucionado junto con la franquicia, adaptándose a nuevos contextos, amenazas y protagonistas, pero su esencia permanece. Con el futuro de la saga todavía abierto y nuevas entregas en camino, todo indica que los laboratorios seguirán siendo el núcleo oscuro de Resident Evil, recordándonos que el mayor de los miedos puede nacer en un tubo de ensayo.
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