Rubén Márquez
Editor - TriviaDicen que las opiniones son como los culos y que cada uno tiene el suyo, pero de un tiempo a esta parte parece que todas las nalgas miran en la misma dirección: los Souls son lo máximo y seguir el credo de Miyazaki es el camino a seguir. La muestra de hasta dónde puede llegar el fenómeno la descubrimos con el tráiler de presentación de Elden Ring Nightreign, el curioso acercamiento de la saga de From Software a una isla multijugador al estilo Fortnite con una niebla estrechando el círculo en el que te puedes mover.
Si mi compañero Mario se encargaba en el análisis de Elden Ring Nightreign de explicar hasta qué punto esto hace justicia a los Souls y a los fans del característico estilo de From Software, este culo que se sienta ahora a escribir es diametralmente distinto. Uno que viene de echar cientos de horas a Fortnite con amigos o con sus hijos, y al que la franquicia Souls se le atragantó mucho antes de que se convirtiese en moda. Alguien que llega a Elden Ring Nightreign arrastrado por sus amigos tras llevar años jugando en islas en las que una tormenta hace que el escenario se haga cada vez más pequeño.
El rey de los mancos en Elden Ring Nightreign
Aunque creo que con esa introducción queda claro de dónde vengo y hacia dónde nos encaminamos con este artículo, para aclarar aún más hacia quién va dirigido permitidme afinarlo un poquito más. Este texto va dirigido especialmente a quienes no son fans de los Souls y tienen curiosidad por si van a pasárselo bien jugando a Elden Ring Nightreign si sus amigos les invitan a la fiesta. Y para dirigirme mejor a ellos, creo que merece la pena apuntar por qué no soy fan de la saga.
Mi primer o con la franquicia de From Software fue con una previa que, haciendo honor al meme, fue el Souls de los Souls. La preview de un Elden Ring consiguieron acercarme de nuevo.
Habiendo echado un buen puñado de horas especialmente a este último por lo mágico que resulta perderse en su mundo, reconozco estar a kilómetros de la devoción por su sistema de combate y esa máxima del Git Gud que ha terminado convirtiéndose en el caldo de cultivo de una de las comunidades más brasas de la historia del videojuego. Pese a haber disfrutado de explorar hasta los rincones más oscuros de Elden Ring, sigo pensando que la experiencia general de From Software es obtusa en los menús, poco intuitiva en los controles y excesivamente retorcida y engañosa en lo que respecta a los combates.
Las excesivas fintas de sus enemigos, elevando los brazos con ritmos forzados y tramposos para intentar engañarte con el momento en el que van a soltar el golpe, me parece en esta saga un truco cobarde como ya lo era en las peleas de colegio, y la sensación que me produce tener que enfrentarme a ellas son las mismas que ya vivía entonces: una rabia visceral en la que la poca paciencia de la que ya de por sí hago gala se suma a las ganas de soltar una buena hostia sin pensar demasiado en las consecuencias. Por lo que sea a los monstruos de From Software lo de "igual salgo escaldado, pero como mínimo la primera te la llevas" no parece afectarles igual.
Un hater converso
El problema viene cuando Elden Ring Nightreign tiene de exploración lo justo y de esos combates tan injustos con masoquistas todo lo demás. El problema se convierte en pesadilla cuando, después de todo, tras esa tremenda rajada y convirtiéndome en el enemigo número uno de los Souls, abriéndome en canal para coronarme como rey de los mancos frente a From Software, no puedo evitar decir que la enganchada ha sido tremendísima. Es difícil acabar más viciado de lo que lo he hecho yo.
Aunque en el análisis de Mario lo tenéis todo en más profundidad, aquí la idea parte de caer en la isla, ir en busca de armas y experiencia con la que pegar más fuerte y aguantar más golpes, y aguantar hasta que llegue el momento de plantar cara al jefe en cuestión. Pudiendo elegir contra qué jefe te vas a enfrentar antes de iniciar la expedición, las variaciones en el mapa y tus posibilidades durante la partida irán marcadas por cómo vaya avanzando la historia al ir terminando con esos enemigos finales. Por lo demás, ya sabes a qué has venido, a pegarte con bichos gigantes con espadones más grandes que el ego de un soulsbro.
Suscribo palabra por palabra todo lo que he dicho sobre el combate de los Souls a la hora de calificar Elden Ring Nightreign porque, en esencia, es exactamente igual. Es cierto que se vende como una propuesta más accesible, ofreciéndote distintos personajes de características simplificadas para que, como en mi caso, puedas empezar atacando desde lejos como una ratilla con el arquero, o tirar de escudo y contraataque con un pollo gigante para no tener que preocuparte demasiado de cuántas veces te maten. Pero esa supuesta accesibilidad convertida ya en una carrera armamentística en los Souls no tarda en demostrarte por las malas que es un mero espejismo.
Lo hace ya desde su primer gran jefe, con uno de esos perros cobardes capaz de pasarse media hora saltando de aquí para allá mientras te ataca de la forma más rastrera posible y que, de buenas a primeras, decide transformarse en tres perros de tamaño similar que te atacan a la vez mientras esa seguridad que parecían transmitir la distancia del arquero y el escudo del pollo se desvanecen por completo.
Pero pese a la frustración constante, pese a esa rabia incesante de ver cómo están jugando contigo con las cartas marcadas, no tarda en convertirse en una experiencia enfermizamente adictiva. Eres plenamente consciente de que estás lejos, lejísimos, de poder acercarte a querer decir: "Esta, esta sí es la buena", pero las ganas de ver qué tal lo haces esta vez, hasta qué día consigues llegar, y cómo te sonríe la suerte en esta ocasión con las armas adecuadas para sacar partido a la poca sensación de progresión que ofrece el juego, son más que suficientes para que, de forma a todas luces inexplicable, quieras seguir echando una partida tras otra mientras te golpeas contra la pared una vez más.
Una experiencia muy distinta a Elden Ring
A diferencia de lo que ocurría en Elden Ring, donde a base de farmeo podías terminar creando un muñeco lo suficientemente duro como para pasarte más de un jefe en modo fácil, aquí esa opción desaparece por completo. Tus únicos apoyos para avanzar serán una serie de objetos que irás consiguiendo tras finalizar cada intento, o que podrás comprar en la tienda que hay antes de subirte al pájaro que hace de autobús de Fortnite, y que, además de subirte ciertas estadísticas, te permitirán mejorar ciertas habilidades básicas de cada una de las clases entre otras mejoras a las que tarde o temprano terminarás encontrándoles alguna utilidad. Si quieres jugar a Elden Ring Nightreign en solitario, esas piedras especiales, sumadas a la experiencia de volver a chocarte contra la misma pared por enésima vez, serán tus únicos aliados.
Es probable que, a no ser que seas el jugador más hardcore del lugar, tarde o temprano termines apostando por la que, de forma cada vez más evidente, se hace palpable que es la experiencia indicada para Elden Ring Nightreign: jugar con otros dos amigos. Si la experiencia con colegas ya de por sí puede ser jodida, imagínate lo que significa eso jugándolo en solitario. Es de locos hasta qué punto el balanceo ni está ni se le espera, pero entiendo que es la experiencia que muchos vienen buscando. Por suerte, siempre nos quedará esa opción como estándar para el juego online, como si estuvieses invocando lágrimas o compañeros en Elden Ring, para que acabar con esos mismos jefes, pese a seguir estando muy lejos de ser un paseo, sí resulten algo más asequibles.
Para los que lleguéis aquí viniendo de experiencias como Fortnite o juegos similares, la baza de la narrativa emergente y ver en qué se transforma cada partida queda bastante lejos de lo que estáis acostumbrados, limitándose aquí a una repetición que probablemente ya estás viendo a la legua incluso antes de empezar, en la que dependes única y exclusivamente de hasta qué punto se te contagie esa citada adicción que comentábamos antes para terminar decidiendo si esto es o no lo tuyo.
La gracia de jugar con amigos sigue ahí igual que en cualquier otro multijugador, así que es fácil caer en el tópico de decir que jugarlo con amigos hace que sea notablemente más divertido. Sin embargo, aquí la gran diferencia respecto a otros juegos que has disfrutado en compañía es que, para llegar hasta ese dulzor, primero tendrás que lidiar con la idea de hasta qué punto te sientes útil o te estás convirtiendo en un estorbo para avanzar. Superado ese trámite inicial, no me extrañaría que termines echando en Elden Ring Nightreign más horas de las que probablemente pensabas que aguantarías. Si tu enganchada termina derivando en un "por el culo" o se convierte en un "a tomar por culo", eso ya es cuestión de opiniones.
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