La nueva expansión de Kingdom Come Deliverance 2 hace dos cosas bien y una mal, y aun así creo que debería haber estado en el RPG de salida

El primer Kingdom Come: Deliverance 2 hasta quemarlo, y ahora que lo he hecho, tengo claro que hace dos cosas bien y una mal: costar poco y despegarse del realismo medieval, pero nos obliga a ser recadero.

Sí, en este tipo de proyectos tan grandes, el primer DLC no es el que dicta sentencia. Es, más bien, una toma de o para ponernos los dientes largos "con lo que está por llegar". De hecho, en su mayoría, estos DLC suelen estar hechos por equipos secundarios. No es el caso de Brushes with Death. Hablamos de la primera expansión del juego, que llega apenas tres meses después de la salida del RPG y, al mismo tiempo, junto con la actualización 1.3, protagonista de muchas de las mejoras de este regreso.

Pero lo mejor de este tipo de expansiones de contenido es que no tienen que estar sujetas al 100 % a la tónica base, en este caso, el realismo implícito de un RPG histórico como KCD 2, y ese es el mejor punto de partida. Aquí, en términos puramente comparativos, Brushes with Death coquetea con Hearts of Stone, la primera expansión de contenido de The Witcher 3, y no tanto por su fantasía post mortem —sobre todo porque el juego base apenas tenía un resquicio de irrealidad—, sino por tratarse de una expansión centrada y encauzada en un par de protagonistas: Henry y Voyta, un extraño pintor que aparece, de la nada, en Trosky.

Al igual que aquella expansión del equipo polaco, centrada en Geralt, von Everec y la figura amenazante de Gaunter O'Dimm, aquí seguimos de forma única a esta dupla de personajes. Brushes with Death es, de hecho, una expansión ideal —y que llega en un momento aún más ideal— por si os quedasteis con ganas de más Henry. Y aquí está su primer problema: aunque la historia se cuece a fuego lento, necesita de una trama complementaria que nos haga superar el tedio del nuevo trabajo de recadero en el que nos vemos envueltos.

No me malinterpretéis: la figura de Voyta —extraña, salida de otra realidad, a la que no se le entiende lo que dice— y esa calavera que le habla, amén de cómo coquetea con el paganismo y el satanismo, son lo mejor de la expansión. Otra vez, hilando con Hearts of Stone, centrada en la inmortalidad, pactos con seres poderosos e historias de ultratumba, Brushes with Death es tan fresco como necesario para la plétora de pactos, alianzas y menciones históricamente ciertas del medievo bohemio. Sin embargo, las primeras tres de sus ocho horas de duración son apenas misiones de búsqueda de objetos como flores o huevos, y recorrer el mapa capeando el terreno en busca de extrañas figuras talladas en piedra.

Son las típicas tareas que, en el modo campaña, haríamos en paralelo a otras misiones. Pero para alguien con más de 100 horas en el juego base y casi la totalidad de misiones acabadas, Brushes with Death no ha sido una experiencia tan apacible como se podría esperar. ¿Brushes with Death estira el chicle de unas misiones de recadero que ya deberíamos dejar atrás en los mundos abiertos? Es probable, pero aunque el juego base las tenía, pertenecían a un todo mucho más coherente. De hecho —y aunque me apena— he roto mi única regla en el juego: no usar el viaje rápido. Hasta el propio Henry duda del motivo por el que va correteando por el mapa como pollo sin cabeza, a lo que Voyta le responde "por tener una historia que contar", casi como si Warhorse rompiera la cuarta pared y nos respondiera a lo que estamos pensando.

Eso sí, al César lo que es del César. Es algo tedioso, pero cuesta apenas 5 euros, algo irrisorio para la cantidad de horas que ofrece. Y si te dejas llevar por lo que propone o estás jugando al juego base y quieres empezar esta nueva historia —una que no afecta al modo campaña, aunque requiere que hayas desbloqueado la segunda región del mapa para avanzar en su segunda mitad—, en Brushes with Death te encontrarás una historia sorprendentemente larga, casi tanto como dos expansiones del juego base, y con una narrativa alocada y única en el contexto realista del juego. Sin embargo, es fácil que, si ya completaste el juego base, sea algo complicado dejarse llevar.

Las mejoras jugables sí dan nuevos aires al juego

En paralelo, y como citaba, Brushes with Death no es la única mejora del juego, y es que aunque el DLC sea de pago, el parche 1.3 no lo es. Sí, ambos contenidos se sienten, si los descubres al mismo tiempo, parte de un todo, pero no por ello es menos interesante por separado. Eso sí, aunque pueda parecer que la edición de escudos —que nos permite cambiar el color, patrones e incluso dibujar figuras para personalizarlos— es parte del parche 1.3, no lo es: esta función corresponde al DLC y depende, de hecho, del propio Voyta.

Sea como sea, las mejoras no son horizontales, sino verticales; o lo que es lo mismo, buscan ahondar aún más en la experiencia jugable con una mayor inmersión en el mundo. Por ejemplo, la caza ahora tiene una mayor presencia en comparación con el juego base, acercándose a las mecánicas del Kingdom Come original de 2018 que, por alguna razón, se escaparon a esta secuela. Además, tenemos carreras de caballos que, como minijuego, no solo ayudan a ganar unas monedillas, sino que son divertidas y, en última instancia, nos hacen mejorar las estadísticas a caballo y con armas de largo alcance. De hecho, hay nuevas habilidades en varios de los atributos del juego.

Por otro lado —y esto es lo mejor de esta "nueva" etapa—, el combate ha visto cambios; y por cambios quiero decir: más dificultad. Es cierto que, llegado a un momento determinado, te sientes como un Terminator medieval usando los combos del juego, pero la segunda región debería habernos dado un golpe de realidad que no dio. Ahora, todos los enemigos, ya sean de Kuttenberg o Trosky, son algo más puñeteros. He visto ciertos ajustes en el ritmo de los ataques, animándonos a jugar de forma más ofensiva, mientras que los enemigos han ganado reactividad, con golpes más contundentes y seguidos. Además, aguantan bastante más los impactos, especialmente los que no son simples bandidos con apenas un taparrabos, sobre todo en la segunda región.

Por ello, la situación con Brushes with Death es complicada. ¿Vale la pena el DLC? Sí, muchísimo, aunque solo si lo valoramos con el clásico —y peligroso— "tiempo-dinero". Son solo 5 euros, la mitad de lo que costó, si seguimos las comparaciones, Hearts of Stone, y una tercera parte de lo que suelen costar expansiones similares en otros juegos. Ahora bien, esa sensación de necesitar hacer algo entre medias —sobre todo cuando hay misiones que te obligan a esperar, no es broma, un día y una noche para poder avanzar—, hace que regresar a Kingdom Come: Deliverance 2 no haya sido la experiencia que esperaba.

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