Hace más de una década, antes de que Twitch explotara con los streamers, hubo una época en la que la gente no contemplaba el oficio de creador de contenido como un trabajo real, sino como una distopía que parecía imposible de conseguir. Ser youtuber en 2012 significaba ser el rarito de la clase, el friki que hacía el tonto por internet, pero poco a poco este trabajo cogió cada vez más respeto gracias a una empresa que se hizo de oro durante los inicios de la plataforma: Machinima.
Nacida a principios de los 2000 como una manera de expresar el arte a través de los videojuegos, Machinima cogió fuerza durante el inicio de la pasada década, cuando llegó a YouTube de una manera demencial y se quedaron con la exclusividad de poder monetizar los vídeos y sacar una buena cantidad de dinero gracias a ellos. En Estados Unidos, la compañía no paró de generar millones de dólares, ya que en aquella época las ganancias eran de 5 dólares por cada mil visitas y, con un acuerdo mutuo entre los creadores de contenido más famosos de la época, se llevaban un buen porcentaje de la misma, siendo 3 para Machinima y 2 para el youtuber.
Es aquí cuando un humilde youtuber español entra en escena: Willyrex. Después de haber escuchado que se podía ganar dinero subiendo vídeos a YouTube, ó con Machinima para que lo contrataran como partner de su network. Viendo las visitas que tenía, la compañía no tardó en contratarlo, siguiendo el acuerdo de dos dólares cada mil visitas para el creador de contenido.
Sin embargo, la empresa no se dio cuenta de algo muy importante: el M, coste por cada mil impresiones, de España era mucho más bajo que el de Estados Unidos, tan bajo que Machinima ni siquiera sacaba ganancias de lo que se generaba en España. La empresa sufría poco a poco estas pérdidas y el único que salía ganando era Willyrex, que para 2013 llegaba a ganar unos 60.000 dólares mensuales, algo casi imposible de pensar para la época.
Pero esto no se quedó aquí; para más inri de Machinima, Willyrex llamó a alguien que lo acabaría petando en la comunidad hispanohablante: Rubius. Las ganancias de los youtubers contratados por Machinima en España seguían subiendo, y como consecuencia del contrato, la empresa comenzó a tener pérdidas millonarias debido a que las visitas hispanohablantes eran cada vez mayores e incluso superaban a las anglosajonas, algo que provocó el principio del fin para la empresa.
Conforme pasaron los años, Machinima perdía tanto dinero con los youtubers españoles que decidieron bajarles poco a poco el reparto de ganancias. Sin embargo, ya era demasiado tarde: las pérdidas eran enormes y poco a poco, tuvieron que ir cerrando contratos con sus estrellas, ya que mientras los españoles se forraban a costa de este contrato, el M de YouTube en Estados Unidos comenzó a bajar. Conforme pasaron los años, Machinima fue cerrando poco a poco sus sucursales y, en febrero de 2019, confirmaron su disolución. Así fue como varios compañeros de trabajo españoles dejaron en blanco a una multinacional que parecía invencible.
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