Hace ahora siete años, Jeff Bezos se sentaba ante los asistentes a la Conferencia Internacional de Desarrollo Espacial para hablar de sus planes de su proyecto Blue Origin. Hablando sobre sus inquietudes y cómo la ciencia ficción le había llevado a perseguir el objetivo de conquistar el espacio, el CEO de Amazon se acordaba de cómo había crecido leyendo esos libros de Asimov o Heinlein, pero se detenía especialmente en una saga concreta.
"La saga La Cultura es sin duda, en términos de ciencia ficción más moderna, una de mis favoritas absolutas. No estamos a ese nivel tecnológico, tenemos mucho trabajo por hacer para llegar hasta ahí, pero hay un elemento utópico que me parece muy atractivo". Sorprendentemente no es el único multimillonario del mundo de la tecnología que ha declarado su pasión por la serie del escritor escocés Iain M. Banks. Otros como Elon Musk y Mark Zuckerberg también están en ese mismo barco pese a que, en todos los sentidos, lo que se defiende en esos libros es justo lo contrario a lo que están haciendo ellos.
Una conquista del espacio completamente distinta 2t5qj
Con la intención de luchar contra la ciencia ficción distópica y opresora que empezaba a extenderse en los años 60, Iain M. Banks imagina una conquista del espacio completamente distinta. Frente al héroe perfecto luchando por cambiar un mundo imperfecto, la idea con la que nace La Cultura es precisamente la opuesta: poner a un personaje imperfecto ante una sociedad genuinamente buena.
Tal y como relataba su mentor creativo, Ken MacLeod: "Al pensar en cómo podría ser esa buena sociedad, Iain Banks hizo más de lo que creía en ese momento. Fue el primero en escribir una utopía en la que a la mayoría de sus lectores realmente les gustaría vivir. No todos sus lectores consideraban que La Cultura era factible, pero había pocos que no la encontraran deseable".
Entre sus fans estaba el citado Jeff Bezos, que lleva años intentando adaptar la serie para Prime Video, un Mark Zuckerberg que instaba a leer a su audiencia de Facebook la entrega de El Jugador de la misma saga, pero sobre todo un Elon Musk que, además de recomendar la saga siempre que puede, se ha basado en los libros de Banks para dar nombre a sus cohetes de SpaceX.
Pese a que su modo de ver el mundo parece arremolinado en la glorificación del trabajo como máxima prioridad en la vida, el control de la sociedad a través de redes sociales, o la explotación de los recursos naturales tanto de nuestro planeta como del espacio exterior para fines privados, defienden el legado de Banks a capa y espada sin entender muy bien lo qué esconden esos libros.
La utopía espacial de La Cultura 1xj6x
La Cultura es una sociedad que ha rechazado el dinero porque perseguirlo significa pobreza. Un mundo en el que la escasez no existe porque la IA se ocupa de que tengamos de todo sin tener que trabajar. Un lugar en el que la libertad individual llega al punto de que mejores o cambies tu cuerpo sin ser juzgado. Una comunidad tan perfecta y autosuficiente que vive en una anarquía organizada donde no hay gobiernos o policía, y donde el mayor castigo puede ser que la sociedad te cancele y no te invite a sus fiestas. Una victoria, según muchos de sus lectores. Una utopía en la que el mayor reto es, como parte de esa sociedad, sentirte realmente útil.
Puede que la idea de una serie de inteligencias artificiales que gobiernen el mundo de la forma más benevolente posible sea lo que se haya ganado su atención, pero desde luego está lejos de las tiranías y capitalismo del que hacen gala ellos mismos. Tal y como apuntaba la periodista Constance Grady, el peor villano de La Cultura es precisamente la viva imagen de los tres multimillonarios: Joiler Veppers. Un hombre rico que utiliza su poder para comprar e influir en los medios de comunicación, manipular los sindicatos y abusar de sus sirvientes.
Si Banks levantase la cabeza, probablemente diría que los medios y las redes sociales deben ser públicos, neutros y auditados, que el beneficio que se extrae de la conquista del espacio debería ser colectivo, que la igualdad sin privilegios hereditarios es el camino a seguir, que renegar de la identidad de tu hija es un acto de tiranía, y que el trabajo debería ser una elección y no una imposición. Vamos, que lo extraño sería que coincidiese en alguna de las filosofías que siguen Musk, Zuckerberg o Bezos.
No deja de resultar curioso que, precisamente aquellos multimillonarios capitalistas a la cabeza de la revolución tecnofeudalista, sueñen con una utopía de ciencia ficción en la que la anarquía y el socialismo están a la orden del día. Más aún teniendo en cuenta que, de haber una llave hacia esa utopía en la que la inteligencia artificial trabaje por nosotros mientras nos dedicamos a la ciencia, la filosofía o la fiesta, sin duda alguna está en sus manos.
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