Notas escritas a mano, guías en papel, revistas, llamadas telefónicas... la existencia de Internet ha borrado de nuestra memoria una época donde nuestra imaginación era casi lo único disponible 473mz
Voy a empezar siendo sincera; he tenido que preguntarle a mi padre al respecto porque, aunque viví esos momentos sin Internet y fui testigo del nacimiento de la misma —mi primer día en Messenger sí que lo recuerdo—todavía era demasiado pequeña. En la era actual, donde Internet nos ofrece guías, tutoriales y walkthroughs en vídeo al alcance de un simple clic, resulta casi inimaginable pensar en jugar a una aventura gráfica sin ayuda externa.
Sin embargo, en los años 90, cuando por ejemplo Grim Fandango, Monkey Island y ya al límite Runaway llegaron al mercado, muchos jugadores tuvimos que enfrentarnos a sus acertijos sin la posibilidad de buscar una solución rápida en Internet. Era una época de pura exploración e imaginación, de notas hechas a mano y de debates telefónicos con amigos para intentar descifrar los enigmas que LucasArts había diseñado con tanto cariño.
Cuando 'googlear' no era una opción 1r432
En 1998, año en que Grim Fandango fue lanzado, el a internet era muy limitado. Mi padre fue uno de los primeros en tener intenet de nuestra ciudad, y aún así la cosa llegó tarde y de poco en poco. Obviamente y aunque seguro que la idea ya estaba germinando en la cabeza de algunos, no existían los foros masivos de videojuegos que tenemos hoy en día ni guías explicativas versión online.
Los jugadores teníamos que confiar en nuestra intuición, en nuestra capacidad de observación y en el análisis de cada conversación y pista proporcionada en el juego. Claro que, a veces, todo esto se nos hacía bola y pasábamos días y días frustrados porque no estaba avanzando. Así era jugar; nos preparaba para aguantar las frustraciones que la vida nos iría trayendo pero también nos regalaba esos momentazos de placer cuando conseguíamos resolver el acertijo que fuera.
Esto generaba una experiencia de juego mucho más pausada y con atención en los detalles: en lugar de avanzar rápidamente después de buscar una solución en Google—estoy segura de que todos lo hemos hecho—, cada rompecabezas se resolvía a base de ensayo y error, probando combinaciones de objetos y hablando con cada personaje en busca de pistas ocultas. Si piensas en juegos como Riven, ahora mismo ¡da hasta miedo ver de lo que éramos capaces!
La comunidad de jugadores: llamadas y consejos boca a boca 5q2fx
Como no había foros online, las comunidades de jugadores se formaban en la vida real. En los colegios, oficinas o reuniones con amigos, era normal pasar un rato intercambiar consejos y estrategias. Hablar sobre Grim Fandango u otros juegos y discutir teorías sobre cómo resolver un acertijo era parte de la experiencia. Y, sinceramente, creo que molaba un montón.
Otra práctica habitual en países como Estados Unidos en esa época era llamar a líneas telefónicas de ayuda para videojuegos, como la de Nintendo. Algunas empresas ofrecían soporte técnico y consejos para superar momentos difíciles en los juegos, aunque el servicio solía ser bastante caro y no estaba al alcance de todos. La alternativa más económica y también una de las más populares en nuestro país —que le pregunten a mis tíos— era preguntar en tiendas de videojuegos, donde los empleados, muchas veces expertos en el tema, podían ofrecer pistas de lo más valiosas.
La libreta y el lápiz: herramientas esenciales 2jp1n
Los jugadores de aventuras gráficas en los años 90 desarrollamos hábitos que hoy en día podrían parecer algo anticuados, pero que oye, eran fundamentales en aquella época. Apuntar combinaciones de objetos, transcribir fragmentos de diálogos clave o incluso dibujar mapas eran estrategias habituales. Incluso cuando ya había Internet mi padre y yo hacíamos esto cuando jugábamos a Resident Evil. Grim Fandango, por ejemplo, no incluía un sistema de pistas dentro del juego, por lo que era absolutamente necesario tener un registro aunque fuera con papel y lápiz de los elementos importantes de la trama. Esta manera de jugar fomentaba una conexión más profunda con la historia y sus personajes, ya que pasabas tanto rato analizándolo todo que valorabas al máximo esas pequeñas cositas que hacían el juego todavía más grande.
Las revistas y guías en papel: el salvavidas de los jugadores 174f6
Antes del auge de internet y como seguro habéis estado pensando durante todo reportaje, las revistas de videojuegos eran una de las principales fuentes de información que teníamos los jugadores. Publicaciones como Micromania, Nintendo Acción, Super Trucos, Mega Sega o Hobby Consolas incluían entre otras cosas guías paso a paso, trucos y consejos para los juegos más populares del momento. Para quienes jugaban a estos juegos, conseguir una de estas revistas podía significar la diferencia entre avanzar en la historia o quedarse atascado durante semanas —y lo digo con conocimiento de causa, ejem ejem—. Había veces en que las propias revistas decidían publicar directamente guías dedicadas a un solo juego (o se publicaban de manera individual). Estas guías eran oro puro. Algunas editoriales publicaban libros completos dedicados a ciertos juegos, incluyendo mapas detallados y soluciones para cada puzle. Estas guías se convirtieron en verdaderos tesoros para los jugadores que necesitaban ayuda, aunque luego ya os digo que el problema era conseguir una copia en el momento justo. Estoy segura de que tengo guardada una mini guía de GTA San Andreas (aunque ya ahí la vida era más fácil y cómoda) con un montón de trucos para convertirte en otros personajes, sacar cualquier tipo de vehículo y, lo mejor, sacar el mega tanque.
La paciencia como clave para el éxito 295wv
Jugar sin Internet requería una enorme dosis de paciencia. A diferencia de los juegos actuales, que muchas veces nos dan miles de indicaciones visuales para guiarnos en la dirección correcta, las aventuras gráficas antiguas y, sobre todo las de LucasArts, confiaban en la inteligencia del jugador. Los acertijos no tenían lógica inmediata y directa; a menudo, la solución era contra intuitiva, sarcástica incluso o requería un pensamiento lateral inesperado de los que solo aparecen cuando ya lo has probado todo. En los años 90, encontrar las respuestas era un desafío considerable, y solo los jugadores más observadores o aquellos que dedicaban horas a experimentar con los objetos del inventario lograban dar con la solución sin la poca ayuda externa que había.
Hoy en día, con Internet tan metida en nuestras vidas, es fácil caer en la tentación de buscar la respuesta a un acertijo cuando se está atascado. Pero en los 90, cuando juegos como Grim Fandango eran un enigma en sí mismos, resolver un puzle sin ayuda nos daba luego una sensación de logro indescriptible. Cada pequeño avance en la historia era un triunfo personal, fruto de nuestra perseverancia y de nuestro ingenio. Nos sentíamos extremadamente satisfechos e importantes.
¿Se ha perdido la magia de jugar sin Internet? 4h6r3h
Sinceramente, a veces pienso que sí. Aunque la tecnología ha facilitado el a información y ha permitido que más personas disfruten de los videojuegos en general, también ha cambiado la forma en que los experimentamos. Antes, los jugadores estábamos dispuestos a dedicar días, semanas o incluso meses a descifrar los secretos de un juego. Hoy, el ritmo es mucho más acelerado y la inmediatez de las soluciones reduce la sensación de exploración y descubrimiento y, de alguna manera, hace que jugar sea mucho más vacío. Creo que hemos perdido la tolerancia a la frustración y que queremos las cosas cada vez más rápido, lo que hace que a veces no nos paremos a disfutar por el camino.
Sin embargo, algunos —pocos— jugadores han tratado de revivir la experiencia de los años 90 aplicando una sencilla regla: jugar sin buscar las soluciones en Interrnet. De esta forma, se intenta recuperar parte del encanto de aquellas tardes frente a la pantalla intentando resolver un enigma con nada más que nuestra querida lógica y creatividad.
Actualmente, las remasterizaciones permiten disfrutar de juegos como Monkey Island con mejoras visuales y controles más intuitivos, pero la experiencia de juego sigue siendo similar en cuanto a los desafíos se refiere. La gran diferencia está en la accesibilidad de las soluciones: una búsqueda rápida en Google puede darnos una respuestas en segundos.
En definitiva, jugar sin Internet era un desafío que hoy en día resulta difícil de imaginar. Aunque la era digital ha cambiado la forma en que nos enfrentamos a los videojuegos, siempre es posible regresar a aquel espíritu de los 90 y redescubrir la satisfacción de resolver un rompecabezas por cuenta propia, sin más ayuda que la propia perseverancia.
En 3DJuegos | El auge y caída de las aventuras gráficas: cómo una calavera y un pirata marcaron un antes y un después para los videojuegos
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