Desde los tiempos del mítico Diablo 2, masacrar hordas de monstruos a golpe de ratón se ha convertido en uno de mis pasatiempos favoritos en el mundo del videojuego. Da igual que sea a espadazos, con rifles de asalto o simplemente usando los puños. Raro es el juego de este estilo al que no dedico al menos unas horas para ver qué ofrece. El último en caer en mis manos ha sido Hordes of Hunger, que acaba de estrenarse como anticipado; y si bien es verdad mi impresión inicial es que no daba la talla como para ser uno de esos títulos de acción capaces de resistir horas y horas instalados en tu PC, a medida que luchaba y sobrevivía en sus interminables batallas campales le fui cogiendo el gusto, lo suficiente al menos como para no descartarlo tan rápido.
Aunque de primeras pueda parecer otro action RPG en la línea del memorable Diablo, en realidad Hordes of Hunger se trata de un juego de acción roguelite que nos emplaza a luchar en arenas no demasiado grandes que van incrementando la dificultad de los combates a medida que superamos sus misiones. Aquí no esperes grandes novedades porque la fórmula es la de toda la vida: a medida que subes de nivel vas desbloqueando mejoras de todo tipo de entre tres opciones que se muestran de forma aleatoria, a la vez que acumulas recursos para comprar mejoras permanentes y nuevo equipo de batalla en tu sanctasanctórum.
A medida que avanzas en la historia y te enfrentas a arenas más difíciles los combates se vuelven mucho más duros
Como siempre si mueres lo pierdes todo por lo que cada pocas misiones, justo antes de aumentar el nivel de dificultad de la batalla, el juego te permite escapar con lo puesto para volver a intentarlo más adelante. En las primeras batallas no es que sea imprescindible, la verdad, porque puedes completarlas del tirón sin demasiados problemas. Pero a medida que avanzas en la historia y te enfrentas a arenas más difíciles los combates se vuelven mucho más duros y, peor aún, escasean los recursos para recuperar salud, lo que poco a poco consigue que te tomes mucho más en serio las batallas.

Un combate con cierta gracia
El mayor enemigo de esta clase de juegos tiene nombre propio: la repetición. Pelear una y otra vez contra las mismas hordas de enemigos puede provocar que te canses demasiado rápido de esa frenética rutina; más si tienes en cuenta que a diferencia de otros action RPG, en Hordes of Hunger no tienes a tu alcance un amplio abanico de habilidades únicas y hechizos con los que hacer más vistosa la acción. Aquí simplemente estás tú y el arma que te acompaña, lo que dicho así puede parecer demasiado simple, pero Hordes of Hunger apuesta por un combate que exige de ti algo más de precisión.
Esquivar y bloquear en el momento oportuno te permitirá contraatacar y desestabilizar a los monstruos que te asedian; y aunque en las primeras misiones no es algo que te cambie la vida pronto descubrirás que, o bien lo dominas o estás muerto. Esto lo digo porque si no bloqueas cuando toca la protagonista se quedará momentáneamente expuesta al daño sin opción siquiera de ejecutar una esquiva para evitar el golpe, lo que en pocas palabras significa que no puedes simplemente machacar botones.
A la hora de pelear cuentas con un ataque principal y otro secundario que consume resistencia; además de una habilidad única que se recarga con el tiempo y puedes elegir de entre varias opciones antes de empezar la partida. No es que haya mucho donde elegir, tampoco esperes un gran arsenal; pero al menos las armas que hay en esta versión prematura se sienten distintas entre sí: la velocidad, la sensación de golpeo, etc. Todavía hay mucho trabajador por hacer: los golpes no siempre conectan bien, el escenario a veces bloquea de forma extraña los ataques a distancia, y aunque el caos forma parte de esta clase de experiencias, en ocasiones puede ser muy difícil leer con claridad cuándo toca bloquear y cuando esquivar. Aún así, se disfruta.
Sigue siendo un juego algo simple en su base y esto puede ser un problema a corto plazo
Una opinión que sería muy distinta si me hubiera rendido tan solo unas misiones antes, pues una de mis mayores quejas con Hordes of Hunger es que, en esencia, hasta ese punto la acción no me estaba pareciendo ni variada ni emocionante. Siempre lo mismo contra enemigos que no planteaban ningún reto. ¿Qué cambia? Pues principalmente la variedad de monstruos. Cuando empiezan a surgir criaturas que de verdad te obligan a pensar de otra forma el juego va ganando interés hasta convertirse en una experiencia de acción más divertida. Los hay que te encadenan y no te dejan avanzar; los que atacan a distancia con rayos, o lanzan bombas; los que corren hacia ti y explotan o las clásicas moles de carne que resisten el daño como nadie. A medida que más y más de estos seres se juntan, las batallas se vuelven infinitamente más caóticas y divertidas.

Y esto no solo te obliga a exprimir al máximo las esquivas, los bloqueos y botiquines, sino que también te lleva a pensar de una forma más estratégica a la hora de elegir qué mejoras vas desbloqueando durante la misión. Aquí vas a encontrar desde aumentos de salud y fuerza (crece con cada subida de nivel, así que no es mala idea empezar con ello), a la obtención de daño elemental (fuego, rayo, etc.), auras mágicas que golpean a los enemigos, la capacidad de hacer explotar cadáveres, martillos mágicos que aparecen y atacan por sorpresa, mejoras defensivas y un largo etcétera. Huelga decir que todas estas mejoras desaparecen una vez vuelves al refugio, pero allí tendrás la oportunidad de comprar otras ventajas, armas y alimentos para incrementar tu fuerza y resistencia de cara a las misiones más avanzadas.
Sigue siendo un juego algo simple en su base (el crafteo, por ejemplo, da poco juego) y esto puede ser un problema a corto plazo, especialmente porque las misiones no son un derroche de originalidad y peor aún, se repiten demasiado, lo que exige avances importantes si Hordes of Hunger planea sobrevivir en el disputado mundo de los action RPG y los roguelike de vista isométrica en el que actualmente compiten pesos pesados como Diablo 4 o Path of Exile 2. Visualmente no está mal y su historia es interesante, que no original, pero todavía tiene mucho que demostrar. Lo bueno es que, al menos, le veo cierto atractivo como para no descartarlo en el futuro.
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