De 599 a 23 euros: Lidl ha clonado la tostadora que Dolce & Gabbana convirtió en electrodoméstico de lujo para enseñarnos la otra cara de la tecnología

  • El mercado del superlujo en el que el iPhone cuesta casi 1.000 euros y la tostadora también 3c591c

  • La fina línea entre la patente tecnológica y la copia clon de supermercado 72w66

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Lidl
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Rubén Márquez

Editor - Trivia
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Rubén Márquez

Editor - Trivia

Nos habíamos acostumbrado a verlo como una respuesta de China. En Occidente se creaba algo envuelto en cierta revolución y al poco tiempo lo replicaban allí de forma mucho más barata. La realidad era que, mucho antes de que eso ocurriese, de que viésemos cómo todo, desde las prendas de moda hasta los últimos productos tecnológicos se ganasen su particular clon asiático, aquí ya conocíamos a la perfección lo que eran las versiones low cost.

Desde las copias cutrongas de videojuegos hasta las películas mockbusters que buscan aprovechar la publicidad de una película más grande, los clones de productos famosos son el pan de cada día de nuestra industria. Y para muestra un botón, lo que hacen cadenas como Lidl al presentar alternativas más baratas de electrodomésticos de lujo haciendo que, por arte de magia, lo que antes se visualizaba como algo de 599 euros pase a costar 23 euros.

Sin ser yo un gran fan de este tipo de líneas de producto o de sus marcas, desde hace unos días he visto en redes cierto fervor por cómo Lidl se había acercado una vez más a una práctica que le ha servido para arrastrar tantas polémicas en comentarios y hasta en los juzgados como éxitos entre sus estanterías: coger algo de éxito al alcance de muy pocos y explotarlo con precios más asequibles.

La jugada en cuestión hacía referencia a una línea mediterránea de productos que se vale de unos diseños de estilo mosaico para adornar en tonos azules distintos electrodomésticos como una tostadora o un hervidor de agua. Hasta aquí todo bien. Desde fuera, y sin tener conocimiento del asunto o de las tendencias en diseño, puedo llegar a entender por qué a alguien pueda gustarle una tostadora de 23 euros. Lo del entusiasmo por cómo estaban clonando otro producto me resultaba bastante más ajeno.

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Para entenderlo había que acudir a otra tienda, la de una marca italiana de electrodomésticos llamada Smeg que, pese a fundarse en 1948, no sólo sigue al pie del cañón sino que presume de haber alcanzado en 2021 la friolera de 906 millones de beneficios. De su legado y fama a nivel mundial se extrae que sean capaces de atar una colaboración con otra marca de Italia, Dolce&Gabbana, para crear una serie de diseños especiales. Entre ellos, uno llamado Blu Mediterráneo.

No hace falta ser un detective experto en tendencias de moda para ver una relación, menos aún cuando, pese a que el diseño está lejos de ser similar, el parecido es el justo para que lo destacable sea esa diferencia entre los casi 600 euros de una tostadora frente a los 23 euros de la otra. La razón por la que la cadena alemana acude a esta estrategia es fácil de responder, las preguntas relativas a por qué una tostadora puede llegar a costar 600 euros y cómo una empresa puede bordear los límites de la copia siendo aclamada por ello, son algo más complejas.

Cuando el iPhone cuesta 1.000 pavos y la tostadora también p53x

Partimos de la base de que la tecnología da para lo que da. Más caballos en un coche ofrece más velocidad, pero el salto de un vehículo de miles de euros a millones de ellos a menudo está más relacionado con diseño y marca que con prestaciones revolucionarias, más aún si atendemos a lo que legalmente podemos llegar a correr. Pero incluso frente a un caso tan extremo como el de los coches, por muchas vueltas que le demos una tostadora sigue siendo una tostadora.

Eso no quita que el mercado haya encontrado un hueco para su tostadora de 599 euros es uno de los más sonados, pero está lejos de ser el único.

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En ese saco hay que añadir lo que, a todas luces, son esas prestaciones adicionales que justificaban el caso de los coches y que, en mayor o menor medida, también salpican a otras marcas de tecnología en forma de móviles Apple u ordenadores de diseño con tecnologías tan sorprendentemente buenas como escandalosamente caras. La tostadora sigue siendo una tostadora, es evidente, pero cabe la posibilidad de que el acero inoxidable no sea el mismo, que el control de temperatura tampoco, o que incluso se alcance un valor adicional en forma de añadidos como conectividad Wi-Fi o diagnósticos remotos.

No digo que necesariamente sea el caso de la tostadora, digo que hay un mercado dedicado a otros bolsillos que, lejos de utilizarse como capricho, llama la atención por hasta qué punto supone una inversión. De hecho, el mercado inmobiliario de las casas de lujo se enfrenta a cambios en los que, si la cocina está equipada con electrodomésticos de alta gama, el precio de la vivienda puede revalorizarse hasta un 10%. Es normal que haya un sector enteramente dedicado a acercarse a esa exclusividad de la forma más accesible posible.

La fina línea entre la patente tecnológica y la copia jnx

A finales de los 2000 en España se vivió una batalla inusual. Acostumbrados a todos esos clones que comentábamos al principio, la sorpresa de cómo la empresa detrás de Thermomix denunció a Lidl por infringir su patente fue comentada a gran escala. El cómo el Juzgado Nº5 de lo Mercantil de Barcelona aprobó la denuncia y la compañía tuvo que retirar su Monsieur Cuisine de los supermercados, nos sorprendió aún más.

La clave detrás de lo ocurrido entre una y otra marca está lejos de ser una batalla inusual. Frente a las patentes que caducan, como en el caso de Vorwerk -la empresa detrás de Thermomix-, y la idea que luego aprovechó Lidl para su modelo, hay incontables casos a los que se suman muchas otras versiones, también de robots de cocina, que se encargan de realizar cambios aquí y allá para evitar tener que vérselas en los juzgados con la competencia a la que quieren clonar.

Con la intención de evitar ese tipo de problemas, cada cierto tiempo se añaden nuevas patentes que sean suficientes para intentar buscarle las cosquillas al contrario, especialmente cuando hay un caso en el que la diferencia de precio puede suponer un problema. Es precisamente en esas nuevas patentes donde, tras un recurso, Lidl consiguió volver a vender su robot al considerarse que la patente de Vorwerk quedaba invalidada porque, al comparar ambos robots de cocina, Monsieur Cuisine era menos segura que Thermomix.

Braun y Philips, Dyson y Shark, Magimix y Kenwood… Los litigios en relación a clones e inspiraciones se han convertido en un tema recurrente que, en una lucha protagonizada por precios y patentes, siempre hay un pequeño resquicio por el que las marcas ven la oportunidad de colarse. Ya sea con un aire mediterráneo o con una tecnología revolucionaria, aquí o en la China, siempre habrá alguien que intentará hacer lo mismo, o parecido, más barato.

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