A partir de la década de los noventa, hubo una eterna lucha entre Disney y básicamente todo el mundo. Por aquel entonces, la compañía del ratón ya encadenaba una larga lista de triunfos comoShrek, pero antes de eso, se lanzó la película que hoy nos concierne.
La Princesa Cisne llegó en 1994 como resultado de la marcha de muchos animadores de Disney. Así, de forma independiente y bajo otros sellos, decidieron sacar su propia película de cuento. Para ello, se valieron de El Lago de los Cisnes como inspiración, pero el resultado no fue el esperado. Detrás, muchos rumores sobre el fracaso. Sin embargo, el tiempo le ha dado un poco de cariño y lo cierto es que es una gran película que ahora podemos ver a través de Netflix.
Dónde ver La Princesa Cisne
En La Princesa Cisne nos encontramos con la clásica historia surgida del cuento del siglo XIX que cobró vida de la mano de Tchaikovsky en forma de ballet. En este caso, Odette es una princesa maldita por la acción del malvado brujo Rothbart. Obligada a convertirse en cisne, es secuestrada y tan solo puede volver a su forma humana por las noches cuando la luna baña la laguna. Derek, príncipe y su prometido, la busca sin cesar mientras el malvado brujo hace de todo para impedirlo, como crear una Odette falsa conocida como El cisne negro.
A lo largo de 1 hora y media, lo que nos encontramos es con una historia de fantasía medieval repleta de magia, cuyo pilar principal es la historia de amor entre ambos personajes. A partir de ella, es cuando comienza una aventura de búsqueda y de peligros que se toma el tiempo de contextualizar lo suficiente para que consigamos conectar con lo que vemos en la pantalla. Odette, al contrario que otros personajes, se caracteriza por tener una personalidad marcada, aunque esta se desarrolla mejor en otras películas posteriores.

A priori, esta cinta cuenta con todos los elementos necesarios para triunfar: romance, canciones, mascotas divertidas y un villano reseñable. Sin embargo, apenas consiguió recaudar un poco más de 9 millones de dólares. Esto la convirtió en uno de los mayores fracasos de animación de la historia y los motivos de ello no están tan claros. En ese mismo año se estrenó El Rey León y muchos consideran que el lanzamiento de la reedición de la película fue no solo la causante del fracaso, sino una acción más que planeada por parte de Disney.
No sería tan raro teniendo en cuenta que el director de La Princesa Cisne era Richard Rich, uno de estos animadores que, junto con Don Bluth, decidió irse de la compañía. De hecho, la idea de esta película había sido presentada a Disney y rechazada por ella. Con todo ello, y teniendo en cuenta el resto de estrenos de ese año, nunca se pudo comprobar que esta teoría fuera cierta, pero lo cierto es que su fracaso es muy llamativo, más aún sabiendo que han habido cintas de menor calidad con mucha mejor recaudación.

Sí que es cierto que el paso del tiempo es muy reseñable en la cinta. La animación ha envejecido más o menos bien, pero el desarrollo de algunas tramas como puede ser la relación entre Derek y Odette parece haberse quedado demasiado obsoleto. En ese sentido, se ciñe demasiado al clásico romance de cuento, aunque es verdad que, teniendo en cuenta que hay una gran cantidad de películas de la franquicia posteriores, sí que se amplía un poco más adelante.
Aún así, es una cinta entretenida, no muy larga, apta para ver en familia o en una tarde que no sepamos que hacer. Para más de uno será una vuelta a la infancia también. Por ello, ahora que se encuentra disponible a través de Netflix, no es mal momento para darle otra oportunidad. Es una de esas joyas olvidadas que tiene muchos elementos interesantes, pero que su tiempo de lanzamiento no favoreció.