Aladdin se estrenó en 1992 como una lección de trabajo magistral 532j
Disney es una empresa viva. Es decir, cambia con los años y se adapta a las nuevas tendencias tan rápido como han aparecido estas. A veces incluso ella misma instaura nuevas corrientes. Nada tiene que ver la primera etapa de animación, con sus cortos de Mickey Mouse y Blancanieves como su primer largometraje, a la etapa oscura de El Planeta del Tesoro, pese a ser fracasos, son obras de culto en la actualidad. Pero esto no siempre sale bien y, en los últimos años, se percibe una preocupación por parte de la empresa de obtener aprobación tan necesaria como, por otra parte, preocupante.
El problema actual de Disney 6o64z
No es la primera vez que me decido a reflexionar sobre la tendencia actual de Disney. Como persona que ha crecido con la compañía, es difícil no interesarte por sus trabajo actuales, aunque ya roce la treintena. Su ampliación en el mercado con franquicias como decirle adiós a Disney Channel.
La mente tiende a volver de forma inevitable donde fue feliz y ¿qué lo es más que esas tardes de infancia viendo grandes películas de la compañía? Hércules, El Rey León, La Sirenita...todas son estupendas historias. Precisamente por lo bonito de esa regresión, hoy mismo estaba leyendo detalles interesantes sobre una de las mejores películas de la compañía: Aladdin. Y no, no me refiero al live-action, por mucho que sea una reinterpretación digna; yo hablo del clásico de animación "carrileado" por Robin Williams o, en otras palabras, levantado por él.
Aladdin se estrenó en 1992 para reinterpretar una de las historias recogidas en "Las mil y una noches". En esta versión, el joven de Agrabah se encontraba con un genio mágico y trataba de conquistar a la princesa a través de los deseos que el ser mágico le concedía. Por el camino, un visir codicioso intentaba interponerse y la princesa tenía a un tigre de mascota. Pero lo mejor de la cinta no era nada de esto, sino la estupenda interpretación de Robin Williams como el Genio. En la versión de España también le debemos una gran interpretación a Josema Yuste con frases como "Fenomenales poderes cósmicos...y un espacio chiquitín para vivir".
Pero volviendo a la reflexión, precisamente me encontraba rememorando algunos de los detalles de la cinta cuando uno en cuestión llamó mi atención: tal y como recoge IMDB, en los primeros pases de la cinta nadie aplaudía tras los números musicales; algo que cuesta de creer teniendo en cuenta la maravillosa banda sonora con la que goza la película, pero así es. Disney quería aplausos y lo consiguió de la forma más sencilla: añadiendo un cartel que rezaba "Aplausos" de la mano del Genio. Esta no deja de ser una forma ingeniosa y humorística de lograr un propósito, como es mover a las masas. Sin embargo, Disney parece haber olvidado que a veces menos es más.
Hay muchas formas ingeniosas de conseguir al público. Algunas veces es tan sencillo como añadir una secuencia con un cartel y otras veces cuesta mucho más. Actualmente, Disney parece muy preocupado por las críticas y busca contentar al mayor número de personas para aumentar sus ya suculentas cuotas de mercado. Lejos de entrar en polémicas pasadas, la reflexión que me surge gira en torno a la próxima película de Blancanieves, una cinta que parece condenada antes de su lanzamiento. Y si bien siempre se escuchan los comentarios de turno sobre la procedencia de la actriz principal o la belleza de sus personajes, en este caso hay un concepto que parece mucho más interesante: el CGI.
Tal y como explica el youtuber Álvaro Wasabi en uno de sus últimos vídeos, la existencia del CGI es natural incluso en las películas que hacen gala de no tenerlo falsamente. Vivimos en un momento en el que el CGI en la industria del cine es tan natural como en los videojuegos y, sin embargo, a Blancanieves le ha caído una buena por ello. ¿El motivo? Hay varios. En primer lugar, la sustitución de actores por personajes animados. El segundo, se supone que se trata de un live-action y la gran mayoría de la cinta parece realizada de forma digital.
Yo no sé la solución al problema, no tengo la respuesta a cuál era la mejor decisión sobre la problemática de los 7 enanitos, que os detallé anteriormente. Lo que no puedo evitar pensar es que, tal y como mostró Aladdin, a veces menos es más y que, tal vez, las soluciones a las nuevas preocupaciones del siglo XXI sean mucho más fáciles que eliminar a un grupo entero de actores.
En 3Djuegos | Adiós a Disney Channel. El canal se despide de España con un bonito gesto hacia los más pequeños
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