"Esto no es la ópera ni un gran concierto". Tarantino lleva años avisando, subir el precio de las entradas de las películas alejará a las clases populares de ellas 5n6m6c

El director de Malditos Bastardos alertó hace ocho de que el cine se estaba volviendo una actividad excesivamente cara para el público 252b

El descalabro comercial de Furiosa: A Mad Max Saga, un blockbuster de acción que parecía tener todos los ingredientes para llenar las salas de cine, ha desatado un reguero de temas de análisis sobre el futuro de la industria. Sin embargo, y cuando Hollywood sumaba éxitos milmillonarios cada pocas semanas, Quentin Tarantino ya avisaba de cómo la industria se estaba alejando de las masas.

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Se tratan de unas declaraciones que quiso traer de vuelta hace unos días otro cineasta, Scott Derrickson, que a muchos os sonará por The Black Phone y su trabajo en el UCM con Doctor Strange, en la que Quentin Tarantino reflexiona sobre cómo, poco a poco, el ir a ver una película se había vuelto más caro. Tales declaraciones se produjeron durante una mesa redonda de THR en 2016.

"He estado diciendo esto desde los años 80, cuando costaba cinco dólar ir a ver una película en cualquier punto de EE.UU.  Entonces, de repente, los precios empezaron a subir más y más. La clave, y lo que estás diciendo, es que esta es una forma de arte para trabajadores. Esto no es la ópera. No es teatro, no es un gran concierto. La idea era que cualquiera pudiera ir a ver una película. Esa fue una de las razones por las que las películas florecieron en el mundo en los años 30 y ya no es así. Ha subido tanto el precio que esto es un negocio".

Desde luego, queda claro que Tarantino, como otros grandes cineastas como Christopher Nolan y Denis Villeneuve, ama por encima de todas las cosas la experiencia de ir al cine a ver cómo nos cuentan una historia. Algo que, a pesar de muchos, está demostrando este año haberse quedado muy atrás. ¿Para siempre?

Hace unos meses, nos hicimos eco en 3DJuegos de un informe que decía que el 55% de los estadounidenses se quejaban del precio de las entradas, pero a decir verdad también citaban otros motivos. Por ejemplo, un 15% hablaba de los viajes incómodos hasta el recinto de proyección más cercano, un problema cada vez más acuciante desde que los cines abandonaron el centro de las ciudades.

Vía | Scott Derrickson

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