Desde hace más de un año, las empresas norteamericanas y todas aquellas multinacionales interesadas en fabricar dispositivos tecnológicos en territorio estadounidense pueden beneficiarse de la Ley CHIPS. Gracias a ella, la posibilidad de torpedear a China, provocó que varias compañías tuvieran la oportunidad de recibir grandes sumas de dinero. Sin embargo, Donald Trump ha mostrado su oposición a esta legislación y, por ello, China pasa a estar en una posición privilegiada.
Como señala reemplazarlos con aranceles del 25% a las importaciones de semiconductores. Por consiguiente, empresas como Micron y TSMC están pensando qué harán con sus planes de inversión en el país norteamericano, ya que la incertidumbre en torno a esta ley podría provocar un giro de 180º en sus planteamientos.
China está a la caza de talentos
La eliminación de la Ley CHIPS podría desacelerar la investigación en áreas clave como IA, computación cuántica, biotecnología y manufactura avanzada. Sin embargo, quién sí está celebrando esta postura es China, ya que tanto la región asiática como otras potencias de la talla de Taiwán o Corea del Sur están aprovechando la incertidumbre para contratar científicos estadounidenses. Así, los países citados u otros como Dinamarca quieren aprovechar la situación para provocar una fuga de talentos estadounidenses que, a la postre, haga mella en la industria tecnológica del país.
De esta forma, organizaciones que representan a más de 300.000 expertos en tecnología han alertado al Congreso sobre los riesgos de debilitar tanto la NSF como la inversión en I+D. Además, empresas como Intel se han visto las telecomunicaciones 6G.
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