El debate tuvo padres, representantes de compañías y un montón se chavales con ganas de dar guerra 2zw17
Aunque el espiritu consolero sigue hasta nuestros días, nunca fue tan exacerbado en como en los noventa. La guerra de consolas de Sega contra Nintendo se libraba tanto en el mercado como en las casas, con agresivas campañas de desprestigio en los medios que hacían que las familias se preocupasen de que sus hijos quisieran pasar tanto tiempo al mando, independientemente de la marca del aparato.
Fue en 1993 cuando entre tanta incertidumbre Nino Canún, popular presentador de televisión mexicano, le dedicó una emisión de su programa ¿Y usted que opina? a los videojuegos. Se pretendía dar algo más de profundidad al debate del momento de si eran buenos o malos, y para eso se llevó a ponentes que eran tanto representantes de las grandes marcas como doctores, padres y estudiantes. Lo que salió de ahí fue un trocito de historia del videojuego en sí mismo, una pelea encarnizada que uno que se puede ver en su totalidad en la recuperación que hizo el canal Zero Control.
Apasionados de los bits 663q5n
El tema demostró ser demasiado general. Bien por culpa del perfil de los ponentes o de su conocimiento, sí se llegó a discutir de forma superficial si era bueno que los jóvenes pasaran tanto tiempo con el mando en vez de agarrar un libro, pero también salieron temas que tenían que ver con las licencias de los juegos y otros tecnicismos del mercado que se alejaban del propósito meramente cultural de la discusión.
Recibiendo este debate caótico estaba un público que tenía sus propios intereses. En una decisión un poco extraña, en lugar de padres y otros adultos (aunque alguno había), se decidió llenar el auditorio de jóvenes fans del videojuego, niños y adolescentes que estaban más preocupados en saber novedades de sus consolas favoritas que en tener algo que aportar a la conversación.
Más bien empezaron una propia, preguntando cosas como ¿cuál es el cassette más vendido? ¿Cuándo va a salir Nintendo CD? Por carta, un niño llegó a preguntar incluso cómo se podía pasar un nivel de Starfox. A todo esto los representantes de las compañías respondían encantados, ya que era una conversación mucho más fácil que tener que debatir si sus máquinas eran perjudiciales.
No obstante, con tanto forofo en la sala la conversación no tardaría en caldearse. En la ronda de preguntas se escuchaban gritos de "¡Sega!" cuando alguien hablaba de Nintendo. Un joven usó su tiempo al micrófono para afirmar que él siempre jugaba en los arcades pero aún así sabía que Nintendo y Super Nintendo eran mejor porque los juegos eran más "padres" y más parecidos a los del arcade.
A partir de ahí el debate se volvió descontrolado, con el micrófono apenas llegando a tiempo para que los interventores pudiesen hablar. Otro jugador, este de Sega, aludió a los gráficos para decir que no era posible que Sega Genesis, ya que esta tiene 16 bits. Tuvo que intervenir uno de los ponentes para tratar de poner orden, diciendo que no era momento para hablar de marcas.
Aun así la guerra de consolas no cesó. Cada nueva pregunta del público era aprovechada estratégicamente para colar lo que a todas luces eran frases muy preparadas de marketing. Cuando un hombre del público preguntó por videojuegos educativos, un ponente habló del amplio catálogo en la distaban mucho de la calidad de sus first-party habituales.
El resultado fue un debate caótico que aunque enganchó a los telespectadores no llegó a resolver nada en realidad. No se puede culpar solo a los chavales del fervor del momento, las propias compañías fomentaban la competición, con revistas propias en las que comentar la industria de forma parcial (la revista campañas publicidad muy agresivas, la mayoría de las cuales no podrían existir hoy en día.
Imágenes: Zero Control
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