La gente malvada son las mejores amistades que puedes tener: estarán dispuestos a hacer por ti cosas que los amigos buenos nunca harían 86l6j
Lo primero que tengo que decir es que Joe Abercrombie es mi escritor de género fantástico preferido, y Los Diablos, hasta el momento, no deja de reafirmarme: nadie me gusta más. Bueno, lo de Tolkien es a parte porque sin él y sin El Señor de los Anillos seguramente ni Abercrombie, ni yo ni posiblemente tú estaríamos aquí hablando de este libro. Y es que mucho tiene que cambiar la cosa para que, en lo que me queda de 2025, Los Diablos no se convierta en mi lectura favorita del año. O de los últimos años. Al menos del género. Pero bueno, todos sabemos que cuando menos te lo esperas, las cosas se tuercen y uno acaba con un puñal clavado en el ojo. O bueno, no, normalmente no. Pero es la sensación que tiene uno constantemente cuando lee a Joe Abercrombie: que si algo puede salir mal, seguramente saldrá bastante peor de lo que imaginabas. Pero en cualquier caso, este libro es magnífico, así que si has entrado a este artículo buscando una respuesta a la pregunta del titular, sí, el hype está justificado.
Un estilo narrativo que no deja heridas sin sal 3jv2w
Abercrombie no decepciona. Su estilo narrativo sigue siendo puro veneno destilado, con esa voz cínica, oscura y afilada como una navaja de afeitar oxidada. Su capacidad para hacer que cada diálogo destile personalidad, amenaza o directamente sarcasmo, se mantiene intacta: pocos escritores del género dialogan a sus personajes con la calidad de Abercrombie. Tal vez Martin... Cada página parece una trinchera de letras, cada escena como una emboscada emocional. Y lo mejor de todo: el ritmo no afloja. Desde las primeras líneas, Los Diablos te atrapa con su tono deslenguado, su violencia explícita pero nunca gratuita, y esa forma suya de retorcer lo épico hasta volverlo grotesco… y tremendamente humano. Bueno, a veces la violencia sí es un poco gratuita, pero es que en el libro sale una guerrera nórdica que se transforma en mujer lobo que hace gala de un enorme desinterés por la vida ajena.
En Los Diablos, Joe Abercrombie nos invita a sumergirnos en un viaje infernal donde el hermano Díaz, que esperaba canjear su fe por una cómoda posición en la Ciudad Santa, se ve empujado a liderar un auténtico escuadrón de antihéroes: asesinos sin escrúpulos, practicantes de artes prohibidas y monstruos de carne y hueso. Lo que parecía una misión sagrada se convierte en un torbellino de violencia, traición y humor negro, en el que cada paso exige actos impíos para combatir a príncipes egoístas sedientos de poder y a elfos hambrientos de carne. Lo que sea por coronar a una nueva Emperatriz de Troya ungida por la Papisa, reunir a la Iglesia de Europa y hacerle frente común a los Elfos que aullan en las fronteras. Abercrombie destila en cada página una irreverencia brutal que derriba cualquier cliché en un mundo de fantasía que se parece mucho al nuestro pero que resulta mucho más interesante. En el nuestro no hay nigromantes.
Si algo caracteriza el estilo de Abercrombie es su mirada corrosiva sobre los clichés del género fantástico. Aquí no hay héroes luminosos ni villanos de opereta. Lo que hay es gente. Personas rotas, ambiciosas, vengativas, a menudo equivocadas, pero siempre fascinantes. En general, mala gente. Compañías poco recomendables. Peña traicionera, rastrera y vil con cierta tendencia a clavarle objetos metálicos afilados a los demos. En Los Diablos, este patrón se mantiene, solo que además hay algunos personajes que también muerden. El hermano Díaz es quizás uno de sus protagonistas más magnéticos en años: un líder improbable que carga con una misión imposible, y con un equipo aún más improbable. Su sentido de la responsabilidad choca con la brutalidad del mundo que habita, y sufre con cada decisión, con cada concesión moral. Pero yo me he enamorado de los monstruos.
Una historia coral con alma y puños. Seguramente también un puñal 4g3o62
Alrededor de él, un desfile de personajes secundarios tan carismáticos como impredecibles: asesinas a sueldo, soldados inmortales cansados de batallar, nigromantes muy orgullosos de sus propias habilidades, vampiros que hablan de albóndigas. Todos aportan una capa más de conflicto, y todos son piezas clave en una historia coral con tintes de tragedia griega, novela histórica, western sucio y unas chispitas de espías en la Segunda guerra Mundial. Pero en la época de las cruzadas. Y con elfos.
Lo que hace especial a este nuevo título es cómo Abercrombie sigue evolucionando como autor sin traicionar su esencia. En Los Diablos, se nota que ha afinado su pluma. La estructura narrativa es más contenida, pero no menos efectiva. Hay menos florituras, menos distracciones. El autor va al grano, y cada escena cumple una función clara dentro del desarrollo general. La oscuridad sigue ahí, pero hay un trasfondo emocional más trabajado. No es solo violencia por violencia; es dolor, es trauma, es culpa.
Tal vez Los Héroes o La Mejor Venganza me gusten más, pero me ilusiona enormemente lo que Abercrombie ha encontrado en este cambio de escenario que desarrollará en los próximos años.
A nivel temático, Los Diablos recoge muchas de las obsesiones habituales del autor: el poder como corrupción, la futilidad de la violencia, la delgada línea entre la justicia y la venganza. Y que en general, no somos tan buena gente como pensamos que somos, pero hay que entenderse y o bien nos matamos entre todos o bien encontramos un incómodo equilibrio en el que todos estamos mal pero nos aguantamos. Pero también se atreve con ideas nuevas. Hay una exploración interesante del concepto de fe, tanto religiosa como ideológica. También hay un subtexto sobre el precio de la redención, sobre el sacrificio personal en entornos donde nadie cree ya en los héroes. Todo esto sin perder nunca de vista la acción, la tensión ni el espectáculo.
Referencias que construyen identidad propia 5820r
Porque, al final, Abercrombie es también un narrador de aventuras, y aquí hay asedios, emboscadas, persecuciones y duelos que harían palidecer a muchos autores del mainstream. Más allá de su potencia narrativa, uno de los aspectos más interesantes de Los Diablos está en sus referencias. Muchas son evidentes, otras no tanto. En esta novela, Joe Abercrombie despliega una tormenta de influencias que, lejos de empañar su voz narrativa, la potencian y la hacen brillar con más fuerza. Como siempre, hay un poso evidente de Tolkien en la construcción del mundo, en esa Europa alternativa donde aún resuenan ecos de un pasado mítico lleno de elfos y ruinas, aunque Abercrombie le arranca toda épica y la baña en mugre, sangre y cinismo. Sospecho que Tolkien no se sentiría nada cómodo en este universo literario.
Hay también un evidente guiño a George R. R. Martin, especialmente en la forma en que estructura las relaciones de poder y presenta a sus personajes como piezas en un tablero moralmente ambiguo. Es evidente que el éxito e Canción de Hielo y Fuego (y Juego de Tronos) ha abierto un camino en la fantasía actual a un estilo que antes era muy minoritario y que parece que solo disfrutaban los lectores de David Gemmell o sin tener que leer 5 libros de 600 páginas al año.
Lo que realmente da identidad a Los Diablos, sin embargo, es cómo Abercrombie mezcla todo eso con un amor confeso por los clásicos del cine de monstruos y las películas bélicas en las que un grupo de inadaptados es enviado a una misión suicida. Aquí hay ecos muy claros de Doce del Patíbulo, de ese "escuadrón imposible y suicida" en el que nadie confía pero que termina enfrentándose a lo impensable. Más que nada, porque no les queda otra. También hay algo de La Momia o Van Helsing en su versión más pulp y divertida, donde las criaturas sobrenaturales son tan icónicas como sarcásticas. Son esos amigos carismáticos que te meten en líos porque se comen a gente.
Sin embargo, Los Diablos no necesita apoyarse en nadie: le sobra personalidad, estilo y carisma para convertirse, sin duda, en mi libro de fantasía favorito de lo que va de año. Estamos ante un Abercrombie en plena forma, que demuestra por qué es uno de los referentes indiscutibles de la fantasía oscura contemporánea. Un autor que no necesita fuegos artificiales ni promesas grandilocuentes: le basta con una buena frase afilada, un personaje que te arranque una sonrisa y algo de metal con un extremo que pinche algo más que el otro. Los Diablos es una novela perfecta tanto para aquellos que no saben por dónde empezar por Abercrombie y para los amantes del género en general. De sus fans no hablo porque estarán el día 22 de mayo en las librerías esperando a llevarse a casa el primer ejemplar que pase por sus manos.
En 3DJuegos | Los piratas editoriales fueron quienes llevaron El Señor de los Anillos a Estados Unidos por primera vez
Ver todos los comentarios en https://3djuegos.disco.gratis/fenomeno-fan/noticias/diablos-abercrombie-no-tiene-que-ver-sanderson-tolkien-martin-les-hinca-diente-a-todos-mi-libro-fantasia-preferido-ano#comments">VER 0 Comentario