Dicen que lleva en Europa desde 1689, cuando Federico III lo sumó a su colección personal antes de que empezase a rotar por varias colecciones europeas hasta terminar en el Museo Nacional de Dinamarca, donde descansó durante los últimos años. Ahora, por fin, el tesoro de la tribu Tupinambá ha vuelto a Brasil.
Un tesoro sagrado que vuelve a casa 6b1q5z
Creado a base de 4.000 plumas de guacamayo, la capa de los Tupinambá está lejos de ser una mera vestimenta para este pueblo indígena. En realidad es un tesoro cultural de suficiente importancia como para congregar a todo un pueblo acampando y recibiendo con honores un artefacto que, tras el robo de los colonizadores portugueses, y tal y como relatan hoy los Tupinambá, supuso que su pueblo perdiera el norte.
Según recogía la historiadora Amy Buono, de la Universidad Chapman, "estas capas probablemente funcionaban como pieles sobrenaturales, transfiriendo la fuerza vital de un organismo vivo a otro. Las mantas tupinambás eran unos de los objetos más buscados a principios del siglo XVI. Varias fueron usadas por los cortesanos durante una procesión en 1599 en la corte del duque de Württemberg en Stuttgart".
Precisamente por ello la lucha de los Tupinambá está lejos de llegar a su fin, y es que además de haber tenido que batallar con la justicia para que se reconozcan sus derechos como pueblo indígena pese a que los libros de historia los reconocían como extintos, aún quedan muchos de estos mantos sagrados repartidos por el mundo a la espera de volver a casa.
Imagen | Museo de las culturas Indígenas
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